MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Que el Día del Trabajo vuelva a ser de los trabajadores

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Llegará el día en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy están estrangulando

August Vincent Theodore Spies


En nuestros días, el primero de mayo, el Día del Trabajo, es un día “feriado” (festivo, inhábil, no laborable) y, según la ley, en relación al salario de los trabajadores formales, se considera como descanso.

Si el trabajador tuviera que trabajar, tendría “derecho a que se le pague, independientemente del salario que le corresponda por el descanso obligatorio, un salario doble por el servicio prestado”.

También, aunque cada año menos, es el día en que se realiza el desfile del trabajo y, como dicen los que todo lo componen, es “el día del no trabajo”. Y ya.

Los antorchistas hemos insistido cada año en recordar a nuestros compañeros el origen revolucionario y socialista del primero de mayo, como día de lucha internacional, no sólo porque esto es cierto, sino porque cada trabajador debe conocer e interpretar a su modo ese origen y que esto le sirva para ir educando su pensamiento y fortaleciendo su espíritu, con fines muy prácticos, pues no hay acción sin pensamiento y según el pensamiento es la acción.

Hoy, con un Gobierno que presume ser del pueblo y que grita con manotazos que “primero los pobres”, el movimiento obrero está completamente abandonado.

Es decir, no sólo es una defensa de la verdad histórica, que ahora es callada, ocultada, deformada, maquillada; en el peor de los casos, como un día de fiesta para los trabajadores, y en el menos peor, como conmemoración de los mártires de Chicago.

Tales mártires, en efecto, fueron reprimidos, asesinados in situ, o “juzgados” tramposamente y ejecutados, por los padres del imperio yanqui, como escarmiento para los trabajadores que se atrevieran a levantar la cabeza y exigir sus derechos.

Los sucesos de Chicago, además, costaron la vida de muchos trabajadores y dirigentes sindicales; no existe un número exacto, pero fueron miles los despedidos, detenidos, procesados, heridos de bala o torturados.

Se eligió la fecha para el primer primero de mayo (1890) como día de lucha internacional del proletariado, no por la gesta del primero de mayo de 1886 y el martirio de esas víctimas del capitalismo gringo; la intención NO era el recuerdo o la conmemoración de los mártires de Chicago, sino que los obreros del mundo se habían organizado y puesto de acuerdo para que todos, en un mismo día, al unísono, a nivel internacional, se levantaran para luchar por sus derechos; para exigir en este caso, en concreto, la fijación legal de la jornada de ocho horas.

Fue el Congreso Obrero y Socialista Mundial, la Segunda Internacional, realizado en París en 1889, el que coordinó la realización de una jornada mundial de lucha en defensa de los intereses de la clase obrera:

“Será una gran manifestación a fecha fija, de manera que en todos los países y en todas las ciudades a la vez, el mismo día convenido, los trabajadores emplacen a los poderes públicos para que reduzcan legalmente a ocho horas la jornada de trabajo”.

Y se realizó por primera vez en 1890. Friedrich Engels escribiría para dejar fe:

“Hoy, en el momento en que escribo estas líneas, el proletariado de Europa y América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por vez primera en un solo ejército, bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la jornada normal de ocho horas… ¡Oh, si Marx estuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos!”.

La gesta de los mártires de Chicago fue legítimamente obrera, pero estaban solos y fue ahogada en sangre; el primer primero de mayo como día de lucha obrera internacional también fue un movimiento auténticamente obrero, pero, además, internacional, de acuerdo con lo que plantean y proponen Marx y Engels: “¡Proletarios del mundo, uníos!”.

En México, fue durante la Revolución Mexicana que la Casa del Obrero Mundial reunió a varias agrupaciones de trabajadores y, a partir de 1913, acordaron celebrar el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores. Nació en el seno obrero, pues.

Pero hoy este carácter netamente proletario y de lucha del Día del Trabajo ha sido desvirtuado, secuestrado en casi todos los países, transfigurado en acto de postración y dependencia de los trabajadores respecto a sus patrones y gobiernos.

Los antorchistas lo debemos redimir, como dijo el maestro Aquiles Córdova Morán (MACM), líder nacional y fundador de Antorcha:

“El Día del Trabajo no fue ideado como recurso propagandístico de los poderes políticos, ni para que los trabajadores se postren a sus pies agradeciendo beneficios inexistentes, tampoco como un día de fiesta, de celebración de la clase obrera, que casi nunca tiene nada que celebrar, y sí mucho de qué indignarse y protestar”.

Hoy, con un Gobierno que presume ser del pueblo y que grita con manotazos que “primero los pobres”, el movimiento obrero está completamente abandonado a su suerte e indefenso ante el poder de la clase empresarial, la cual, en todas partes, pero más en México, se hace rica precisamente con la pobreza del trabajador.

El proletariado está sometido más que nunca; hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador y los lambiscones que lo rodean le exigen al obrero que se agache y bese la mano del líder y haga, calladito, todo lo que dice.

Y si a alguien le quedara la duda o pensara que estamos exagerando, les recuerdo que en este sexenio de AMLO que está por terminar, la riqueza de los ricos creció como nunca, casi el 50 por ciento, lo cual solo es posible si, en la misma medida, los pobres se hacen más pobres. Dice Forbes:

“En 2024, las 10 personas más adineradas del país alcanzan un monto conjunto de 176 mil 800 millones de dólares, lo que representa un incremento de 45.2 por ciento, si se le compara con los 121 mil 700 millones que alcanzaron sus fortunas en 2018”.

No por nada llaman a la administración de AMLO “sexenio dorado”.

Pero hay más pruebas de que AMLO es un presidente propatrón y antiobrero: El Congreso de la Unión debió debatir una propuesta para reducir de 48 a 40 horas semanales la jornada laboral, pero no lo hizo.

El Congreso no hizo todo lo posible para que esta iniciativa en favor de las clases trabajadoras fuera discutida antes del 30 de abril, cuando concluyó el segundo periodo ordinario de sesiones, pese a que estaba por ser aprobada el pasado 12 de diciembre. 

¿Sabía usted, amable lector, que no pasó al pleno porque el presidente AMLO lo impidió (a los diputados agachones), con el pretexto de hacer más mesas de análisis antes?

En esta legislatura, con la mayoría relativa de los diputados de Morena y aliados, la habrían aprobado con la premura y velocidad con la que aprobaron hacer uso de los ahorros de los trabajadores que no han sido reclamados.

El saqueo a los ahorros de los trabajadores sí lo apresuraron y aprobaron, antes de que la nueva legislatura (la cual ya sospechan que NO van a controlar) entre en funciones, mientras que la reducción de la jornada les importó un comino y la dejaron para que el nuevo Congreso de la Unión la vea y discuta.

Con ello se demuestra de manera incontestable que a AMLO le interesa muy poco la jornada de los trabajadores, o por lo menos le importó menos que el poder meterles mano a sus ahorros.

Desde hace muchos años, pero también y más con AMLO, la clase obrera “perdió su independencia y su carácter de clase, y perdió su control sobre el 1º de Mayo” (MACM).

Es buen momento para que los proletarios vuelvan a pensar en lo que Antorcha les dice y vean que lo que les propone es el verdadero camino. Hoy más que nunca la clase obrera necesita luchar por su verdadera unidad e independencia.

Los obreros deben unirse y luchar para recuperar su lucha y, como parte infaltable de esto, para que el Día del Trabajo vuelva a ser realmente de los trabajadores.

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